El día que volví a sorprenderme con un cuerpo

Recientemente me encontré con un chico con quien había compartido virtualmente a través de Facebook, con sus likes, emoticones picando el ojo y chats de mucho coqueteo, con el que me fue cautivando cada vez más; genio del coqueteo! De esos piropos atrevidos pero muy inteligentes a la vez! Atento, muy sensible, sencillo, pilo pero poco pretensioso, así se veía en su perfil virtual, y así resultó ser.

Nos encontramos, la vida hizo que coincidiéramos. No llevábamos más de media hora juntos y nuestras miradas eran tan profundas e intensas que nos ahogaban un poco,  sus labios gruesos, largos y húmedos me secuestraron y nos dimos besos de esos largos, laaaaaaaaargos, de los que se suspenden para tomar aire y mirarse.

Con esas miradas cómplices con las que se comunican mutuamente la decisión de hacer el amor, nos desnudamos. Y ahí vino lo más especial de la noche.

Conocí su cuerpo! Sí, este chico además de parecer pilo y sensible por Facebook, también hace parte de ese grupo de hombres (gais o no gais), que no publica fotos de su cuerpo o desnudo, o en ropa interior, o en tangita, de hecho, pocas fotos de él publica y una que otra selfie. No conocía su cuerpo! Suena raro en estas épocas, ¿no?

Ya poco lo miré a los ojos, mis pupilas y mis manos eran de arriba abajo viendo y tocando su cuerpo, CONOCIÉNDOLO!

24 horas después, así como la vida nos unió en un instante, nos separó.

Él llegó para que me diera cuenta de lo lindo y especial que es sorprenderse con el cuerpo de los otros. En una época en la que abundan los cuerpos al descubierto, en el que parece haber más cámaras que prendas, en el que el afán es mostrarnos y ser valorados por likes y emoticones, no por pensamientos y palabras, en el que nos conocemos tanto, qué rico sorprenderse! Qué rico darse la oportunidad de conocer alguien sin que la decisión esté marcada por un buen cuerpo, o un estilo determinado, o incluso por lo que publica.

Qué delicia esa sensación de ansiedad mientras el otro se desviste, es como si estuvieras abriendo un regalo, deseando con ansías ver qué hay adentro. Me di cuenta que cuando me conozco con alguien, de lo primero que hago es comparar su cuerpo con las fotos (¿en tono de aprobación o qué?). Confirmo de nuevo que en lo virtual por más afinidad (y likes) jamás se dará la química.

Yo que soy de los que se embola en fotos y mira los perfiles antes de aceptar una solicitud de amistad pienso que he tenido este encuentro fugaz para que me diera cuenta de esto, de esa lógica de conocernos por pantallas que se normalizó y automatiza cada vez más, no sé si sea bueno o malo, tal vez por eso lo estoy escribiendo.

Por ahora grito: ¡Qué delicia sorprenderse!

Apareciste, llegaste y te vas…

Apareciste

Apareciste para recordarme lo rico y emocionante que es coquetear,

Apareciste para recordarme sentir el deseo de conocer a alguien,

Apareciste para recordarme lo emotivo que es ilusionarse,

Apareciste para recordarme que lo virtual jamás remplazará lo físico porque es años luz más fascinante

Apareciste para que volviera a sentirme como un adolescente

El adolescente que se emociona cuando llamas

El adolescente que se pone nervioso cuando está a punto de verse contigo

El adolescente que sonríe cuando habla a los demás de ti

El adolescente que se debate en: “¿llamo o no llamo?”

El adolescente que se pone nervioso al darte un beso

Llegaste

Llegaste para recordarme lo delicioso y conmovedor que es:

Decir y que te digan: “te pienso”

Decir y que te digan: “qué bonito estás hoy”

Decir y que te digan: “quiero verte”

Decir y escuchar: “no me quiero ir”

Llegaste para cocinarnos

Llegaste para mostrarme música maravillosa

Llegaste para andar en bici juntos

Llegaste para ir a cine acompañados y  disfrutar hasta las películas más malas

Llegaste para que volviera a querer dedicarle canciones a alguien

Llegaste para que volviera sentir ganas incontrolables de ser tocado por ese alguien

Te vas…

Te vas para recordarme esa mezcla de sentimientos que es extrañar

Te vas para recordarme lo inquietante que es esperar

Te vas para recordarme lo grato e importante que estar conmigo mismo

Te vas para recordarme que lo más real y verdadero es el presente (¿entonces por qué no escribir esto?)

Apareciste, llegaste y te vas,

Para que sonriera más de lo que sonreía!