¿Discriminado por mi facebook?

“Te cuento que tu foto desnudo (en Facebook), fue tema de conversación hoy en la oficina”. Me escribió quien es uno de mis jefes en una entidad pública para la que trabajo con respecto a un retrato artístico semi desnudo que publiqué en mi perfil de Facebook el pasado domingo 12 de junio.

“¿Por qué, qué dijeron?”. Le pregunté yo.

Acto seguido me llamó a mi celular y me dijo: “Andrés, considero que una persona que publica fotos desnudo en sus redes sociales es una persona que se resta seriedad profesional y le resta seriedad al proceso (proceso de formación en participación e incidencia política con víctimas del conflicto armado colombiano)”.

“¿Tu me estás hablando en serio?”, pregunté muy sorprendido.

Me respondió: “Sí, claro Andrés, es que ¿tu crees que una víctima te va a tomar en serio en un evento (jornada de trabajo con ellas) después de verte desnudo en una red social? ¡Por favor Andrés!

Dije, aún más sorprendido y ya medio encendido por la indignación: “Tu me estás diciendo que mientras este país se está viniendo a la mierda, mientras nos matamos unos con otros, un tema de conversación de oficina es lo que hacen con sus Facebook y sus vidas privadas quienes trabajan con ustedes? No lo puedo creer”.

Me respondió: “Andrés, tienes que ser consciente de que estas representando una entidad pública y como tal debes tener unos parámetros de comportamiento y cuidar la imagen que muestras”.

Respondí: “No me parece, no estoy de acuerdo, a mí que me evalúen en mi trabajo por eso, por mi trabajo, no por lo que hago en mis redes sociales que son mi vida íntima”.

El finalizó con: “Pensé que abrirías un poco más tu mente y entenderías que hay otras formas de pensar y te darías cuenta de que hay personas que no ven tan normal lo que haces”.

Mi celular se descargó, ¡menos mal!

Desde que colgué esa llamada he estado con un revolcón de sentimientos y emociones; triste, muy triste, indignado, decepcionado y muy molesto. Me cuesta trabajo creer que en pleno 2016, mientras los muertos por prejuicios en Colombia son el pan de cada día, una persona sea señalada y juzgada no por lo que hace en sus redes sociales, el asunto va más allá de eso, por lo que hace con su vida íntima, con su cuerpo y sus espacios de expresión.

El asunto es grave en cualquier espacio social, pero que esto provenga de un funcionario de una entidad que promulga y defiende los derechos humanos, la diversidad, la igualdad y la no discriminación, y que además está adscrita al esquema institucional de un Estado regido por una constitución que lo declara como laico, pluralista y diverso y que además consigna los derechos al libre desarrollo de la personalidad y a la libre expresión. ¡Tenaz!

El pasado domingo 12 de junio un hombre entró a un bar gay de Orlando, Florida, Estado Unidos, y con un arma se desplegó a disparar contra los que consideraba unos enfermos o pecadores. Mató a más de 50 personas e hirió de gravedad a otras decenas. Desde ese mismo día las redes sociales se reventaron con el hastag #MatarHomosexualesNoEsUnDelito que se acompañaron de mensajes como: “50 pedófilos menos en las calles”. Justo al día siguiente, mientras el mundo virtual todavía estaba cargado de mensajes discriminatorios y de odio, la indignación en una entidad para la que trabajo era mi Facebook y mis fotos sin ropa. Increíble!

Aclaro que la masacre de Orlando me tiene muy afectado y susceptible, saber que acá o en cualquier parte del mundo matan personas por ser lo que tu también eres, entristece y asusta mucho, más cuando la sociedad con la que compartes tu cotidianidad, la calle, los parques, el transporte, y bueno, tu trabajo, en vez de condenar a este asesino, lo indultan e incluso tratan de héroe.

En varios momentos de mi vida he sido discriminado por ser quien soy, por mi identidad sexual, desde el colegio recibí un matoneo insoportable y doloroso que creí iba a terminar en la universidad porque ajá, ¡Es la universidad! Pero no, siguió y hasta más extremo. “Loca”, “la niña de atrás”, “el maniquebrado”, “la De La Cuadra”, han sido comentarios que he tenido que soportar junto con miradas agresivas, señalamientos, arremedos de mis ademanes físicos  y muchas burlas y risas cuando “se me salía la maricada”.

El matoneo por identidad sexual está ya tan normalizado y des-humanizado que quien lo recibe, termina convenciéndose de que es quien está mal, enfermo, en pecado. He sufrido mucho en silencio, lo que me ha llevado a depresiones profundas, a vivir gobernado por las inseguridades, a sentir miedo, a reprimirme y a volverme adicto en algunos momentos a ciertas drogas sicoactivas como espacios de escape a tal amargura y tristeza.

¡Ya no más! No me voy a quedar callado y he decidido no sufrir más en silencio, más por la discriminación, que ahora que la comprendo, me parece cada vez más absurda.

He decidido hablar y contar lo que me está pasando ahora, porque me siento discriminado, discriminado por ser quien soy, por expresarme, por mostrar mi cuerpo, que es en sí mismo una forma de expresión mía. Una de las razones por las que me desnudo, tomo fotos y las publico es porque hace parte de mi lucha política como ciudadano de este mundo, liberar el cuerpo y el sexo de los tabús y prejuicios que injustamente les han impuesto. Estoy convencido de que el cuerpo es nuestra verdad más íntima y reveladora, y el sexo, creo cada vez más, nuestra única libertad, no puede ser que eso, este rodeado de prejuicios y que peor aún, sea causa de discriminación. ¡ME RESISTO!

En esa lógica, me resisto a ser valorado en mi trabajo no por mi pasión, compromiso y resultados en éste, sino por cómo me comporto en mis redes sociales, mi vida privada.

Aparte, en mi trabajo soy tallerista en derechos humanos de personas LGBTI afectadas por el conflicto armado, en mis talleres llamo la atención a funcionarios públicos para que hagan su función basados en la constitución, no en la biblia, en la dimensión de los derechos, ni los prejuicios ni la discriminación tienen fundamento alguno; por otro lado, insto a las personas víctimas de discriminación a que no se queden calladas y denuncien, en el silencio de la discriminación subsisten los discriminadores. Estaría siendo un pésimo tallerista y un pésimo funcionario si me quedo callado con lo que estoy viviendo. Perdería toda autoridad moral para los discursos que promulgo.

Por eso he decidido contar. Y he decidido contar también porque estoy convencido de que esta misma situación la están viviendo miles de personas hoy, que por miedos varios se quedan calladas ante la discriminación por su vida privada y su libre expresión. Permanecen silenciadas o bien por miedo a quedarse sin trabajo, o porque no saben que están siendo vulneradas y sus derechos violentados, o porque temen a represalias de quien las discrimina. Sí, tengo miedo de quedarme sin trabajo, pero he aprendido a que en mi vida eso no es lo más importante, sino la armonía espiritual; de nada me sirve tener una cuenta bancaria llena de plata, pero un espíritu lleno de miedos, angustias, dolores y lágrimas y una conciencia abrumada porque estoy vendiendo mis principios, porque sí, quedarse callado y ser sumiso por un sueldo, es vender los principios.

He sido bueno en mi trabajo, con una pasión profunda y un compromiso sincero, con resultados efectivos y demostrables, reconocido y felicitado. Entonces, ¿Resulta que todo eso se va ahora a menos porque publiqué una foto desnudo en mi Facebook que hace que me reste seriedad profesional?

¡Me resisto a darle la razón a esto!

Me siento vulnerado

Me siento discriminado

Me siento muy triste

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Si usted es o conoce una persona que discrimine a otra por su libre expresión en sus redes sociales o cualquier otro espacio, comparta esto.

Si usted cree que la discriminación por prejuicios es absurda, cuna del odio y la violencia, comparta esto.

Gracias, gracias, gracias! Esta no es sólo mi voz, es la voz de muchos!

@eldlacuadra